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lunes, 31 de octubre de 2022
El dìa de hoy en forma seria y responsable presentamos una ilustraciòn que es un VERDADERO ESTRUJANTE DE CEREBRO para personas que están en el CAMINO DEL DESPERTAR...
domingo, 30 de octubre de 2022
Dando pasos para entender lo que realmente somos y del ENTORNO EN EL CUAL NOS ENCONTRAMOS (la matrix)
El Simbolismo del Cuerpo Humano
Manly Hall
El más antiguo, el más profundo,
el más universal de todos los símbolos es el cuerpo humano. Los griegos, los
persas, los egipcios y los hindús consideraban que el análisis filosófico de la
naturaleza trina y una del hombre era una parte indispensable de las enseñanzas
éticas y religiosas. Los Misterios de todas las naciones enseñaban que las
leyes, elementos, y poderes del universo se resumían en la constitución humana;
que todo lo que existía fuera del hombre tenía su análogo dentro del hombre. El
universo, siendo inmensurable en su inmensidad e inconcebible en su
profundidad, estaba más allá de la estimación mortal. Hasta los mismos dioses
comprendían sólo una parte de su inaccesible gloria que era su fuente. Cuando
está temporalmente impregnado con entusiasmo divino, el hombre puede trascender
por un breve momento las limitaciones de su propia personalidad y contemplar en
parte ese celestial resplandor en el que se baña toda la creación. Pero aún en
sus períodos de mayor iluminación el hombre es incapaz de imprimir en la
sustancia de su alma racional una imagen perfecta de la expresión multiforme de
la actividad celestial.
Reconociendo la inutilidad de
tratar de poder intelectualmente con aquello que transciende la comprensión de
las facultades racionales, los primeros filósofos desviaron su atención de la
inconcebible Divinidad al hombre en sí mismo, dentro de los estrechos confines
de cuya naturaleza encontraron manifestados todos los misterios de las esferas
externas. Como resultado natural de esta práctica se fabricó un sistema
teológico secreto en el cual se consideró a Dios como el Gran Hombre y,
viceversa, al hombre como el pequeño dios. Continuando esta analogía, el universo
fue considerado como un hombre y, por el contrario, el hombre como un universo
en miniatura. El universo mayor fue denominado el Macrocosmo--el Gran Mundo o Cuerpo—y la Vida Divino o entidad
espiritual que controla sus funciones fue llamada el Macroprosophus. El cuerpo del hombre, o el universo humano
individual, fue llamado el Microcosmo,
y la Vida Divina o entidad espiritual que controla sus funciones fue
llamada Microprosophus. Los Misterios paganos se ocupaban primariamente de
instruir neófitos en la verdadera relación que existe entre el Macrocosmo y el Microcosmo--en otras palabras, entre Dios y el hombre. Por
consiguiente, la clave de estas analogías entre los órganos y funciones del
hombre Microcósmico y las del Hombre Microcósmico constituyó la posesión más
preciada de los primeros iniciados.
En Isis Sin Velo, H. P. Blavatsky resumió el concepto pagano del
hombre de la siguiente manera: "El hombre es un mundo pequeño --un
microcosmo dentro del gran universo. Como un feto, está suspendido, por sus tres espíritus, en la matriz del
macrocosmos; y mientras su cuerpo terrestre está en constante armonía con su
madre tierra, su alma astral vive al unísono con el anima mundi sideral. El es en ello, como ello es en él, ya que el
elemento que penetra el mundo llena todo el espacio, y es el espacio mismo,
sólo que ilimitado e infinito. Con respecto a su tercer espíritu, el divino,
qué es sino un rayo infinitesimal, una de las incontables radiaciones que
proceden directamente de la Más Alta Causa--la Luz Espiritual del Mundo? Esta
es la trinidad de naturaleza orgánica e inorgánica--la espiritual y la física,
que son tres en una, y de la cual Proclus dice 'La primera mónada es el Dios
Eterno; la segunda, la eternidad; la tercera, el paradigma, o patrón del universo;'
los tres que constituyen la Triada Inteligible."
Mucho antes de la implantación de
la idolatría en la religión, los primeros sacerdotes hicieron que la estatua de
un hombre se colocara en el santuario del templo. Esta figura humana
simbolizaba el Poder Divino en todas sus intrincadas manifestaciones. De esta
manera los sacerdotes de la antigüedad aceptaron al hombre como su libro de
texto, y a través del estudio de él aprendieron a entender los misterios más
grandes y más abstrusos del plan celestial del cual ellos eran una parte. No es
improbable que esta figura misteriosa que vigilaba los altares primitivos fuera
realizada algo así como un maniquí y, como ciertas manos emblemáticas en las
escuelas de Misterios, fue cubierta con jeroglíficos tallados o pintados. La
estatua puede haberse abierto, de manera que mostraba las posiciones relativas
de los órganos, huesos, músculos, nervios, y otras partes. Después de siglos de
investigación, el maniquí se convirtió en una masa de jeroglíficos intricados y
figuras simbólicas. Todas las partes tenían su significado secreto. Las medidas
formaron un estándar básico por medio de las cuales era posible medir todas las
partes del cosmos. Era un emblema glorioso compuesto por todo el conocimiento
poseído por los sabios y hierofantes.
Luego vino la era de la
idolatría. Los Misterios decayeron desde adentro. Los secretos se perdieron y
nadie conoció la identidad del hombre misterioso que vigilaba el altar. Se recordó solamente que la figura era
un símbolo sagrado y glorioso del Poder Universal, y finalmente llegó a ser
admirado como un dios--el Uno en cuya imagen se hizo el hombre. Habiendo
perdido el conocimiento del propósito por el cual se construyó originalmente el
maniquí, los sacerdotes rindieron culto a esta efigie hasta que al final su
falta de comprensión espiritual tumbó el templo en ruinas sobre sus cabezas y
la estatua se desmoronó con la civilización que había olvidado su significado.
Originándose en esta suposición
de los primeros teólogos que el hombre
es realmente ideado a la imagen de Dios, las mentes iniciadas de edades pasadas
erigieron la estupenda estructura de la teología sobre la base del cuerpo
humano. El mundo religioso de hoy es casi totalmente ignorante del hecho de que
la ciencia de la biología es la fuente primera de sus doctrinas y principios.
Muchos de los códigos y leyes que los modernos divinos creen haber sido
revelaciones directas de la Divinidad son en realidad el fruto de años de
paciente ahondar en los intrincados detalles de la constitución humana y las
maravillas infinitas reveladas por dicho estudio.
En casi todos los libros sagrados
del mundo se puede rastrear una analogía anatómica. Esto es más evidente en sus
mitos de la creación. Cualquiera que esté familiarizado con la embriología y
obstetricia no tendrá dificultad en reconocer la base de la alegoría con
respecto a Adán y Eva y el Jardín del Edén, los nueve grados de los Misterios
Eleusinos, y la legenda brahmánica de las encarnaciones de Vishnu. La historia
del Huevo Universal, el mito escandinavo de Ginnungagap (la grieta oscura en el
espacio en la cual se sembró la semilla del mundo), y el uso del pez como el
emblema del poder generador paterno--todo muestra el verdadero origen de la
especulación teológica. Los filósofos de la antigüedad se dieron cuenta que el
hombre mismo era la clave del acertijo de la vida, porque era la imagen viva
del Plan Divino, y en las eras futuras la humanidad también llegará a darse
cuenta más en detalle la importación solemne de aquellas antiguas palabras:
"El verdadero estudio de la humanidad es el hombre."
Tanto Dios como el hombre tienen
una constitución doble, de la cual la parte superior es invisible y la inferior
visible. En ambos hay también una esfera intermedia, marcando el punto donde esas
naturalezas visible e invisible se tocan. Como la naturaleza espiritual de Dios
controla Su forma universal objetiva--que es en realidad una idea
cristalizada—así la naturaleza
espiritual del hombre es la causa invisible y el poder controlador de su
personalidad material visible. De esta manera es evidente que el espíritu del
hombre guarda la misma relación con su cuerpo material que Dios guarda con el
universo objetivo. Los Misterios enseñaban que el espíritu, o la vida, era
anterior a la forma y que lo que es anterior incluye todo lo que es posterior a
sí mismo. El espíritu siendo anterior a la forma, la forma esta por lo tanto
incluida dentro del reino del espíritu. Es también una declaración o creencia
popular que el espíritu del hombre está dentro de su cuerpo. De acuerdo con las
conclusiones de la filosofía y la teología, sin embargo, esta creencia es
errónea, ya que el espíritu primero circunscribe un área y luego se manifiesta
dentro de ella. Hablando filosóficamente, la forma, siendo una parte del
espíritu, está dentro del espíritu; pero el espíritu es más que la suma de la
forma, como la naturaleza material del hombre es en consecuencia dentro de la
suma del espíritu, entonces la Naturaleza Universal, incluyendo todo el sistema
sideral, está dentro de la esencia que todo lo penetra de Dios--el Espíritu Universal.
De acuerdo con otro concepto de la sabiduría antigua, todos
los cuerpos--sean espirituales o materiales--tienen tres centros, llamados por
los griegos el centro superior, el centro medio, y el centro inferior.
Se notará aquí una aparente ambigüedad. Es imposible diagramar o simbolizar
apropiadamente las verdades mentales abstractas, porque la representación
gráfica de un aspecto de las relaciones metafísicas puede ser una contradicción
real de algunos otros aspectos. Mientras que eso que
está arriba se considera
generalmente superior en dignidad y poder, en realidad aquello que está en el
centro es superior y anterior tanto a aquello que se dice estar arriba y
aquello que se dice estar abajo. En consecuencia, debe decirse que lo
primero--que se considera que está arriba--está realmente en el centro,
mientras que los otros (que se dice están arriba o abajo) están en realidad
abajo. Este punto puede ser simplificado más si el lector considerara arriba como que indica el grado de
proximidad a la fuente y abajo como
que indica el grado de distancia desde la fuente, la fuente que está situada en
el centro real y distancia relativa que son los varios puntos a lo largo del
radio desde el centro hacia la circunferencia. En asuntos concernientes a la
filosofía y la teología, arriba puede
considerarse hacia el centro y abajo
hacia la circunferencia. El centro es el espíritu; la circunferencia es la
materia. En consecuencia, arriba está
hacia el espíritu junto a una escala ascendente de espiritualidad; abajo está hacia la materia junto a una
escala ascendente de materialismo. El último concepto está expresado en parte
por el vértice de un cono que, cuando es visto desde arriba, se ve como un
punto en el centro exacto de la circunferencia formada por la base del cono.
Estos tres centros
universales--el arriba, el abajo, y el vínculo que los une-representan tres
soles o tres aspectos de un sol--centros de resplandor. Estos también tienen
sus analogías en los tres grandes centros del cuerpo humano, que, como el
universo físico, es una fabricación demiúrgica. "El primero de estos
[soles]," dice Thomas Taylor, "es análogo a la luz cuando se la ve
subsistiendo en su fuente el sol; la segunda a la luz que inmediatamente
procede del sol; y la tercera al esplendor comunicado a otras naturalezas por
esta luz."
Debido a que el centro superior
(o espiritual) está en el medio de los otros dos, su análogo en el cuerpo físico es el
corazón--el órgano espiritual y misterioso en el cuerpo humano. El segundo
centro (o el vínculo entre los mundos superior e inferior) se eleva a la
posición de la más grande dignidad física--el cerebro. El tercer centro (o
inferior) está relegado a la posición de menor dignidad física pero la mayor
importancia física--el sistema generativo. De esta manera el corazón es
simbólicamente la fuente de vida; el cerebro el vínculo por el cual, a través
de la inteligencia racional, se unifica la vida y la forma; y el sistema
generativo—o creador infernal--la fuente de ese poder por el cual se producen
los organismos físicos. Los ideales y aspiraciones del individuo dependen en
gran medida sobre los cuales estos tres centros de poder predominan en alcance
y actividad de expresión. En el materialista el centro inferior es el más
fuerte, en el intelectualista el centro superior; pero en el iniciado el centro
medio--bañando los dos extremos en una inundación de resplandor espiritual--controla
saludablemente tanto la mente como el cuerpo.
Como la luz da testimonio de
vida-que es su fuente-así la mente da testimonio del espíritu, y la actividad
en un plano aún más inferior es testigo de la inteligencia. De esta manera la
mente da testimonio del corazón, mientras que el sistema generativo, a su vez,
da testimonio de la mente. Por consiguiente, la naturaleza espiritual es
simbolizada más comúnmente por el corazón; el poder intelectual por un ojo
abierto, que simboliza la glándula pineal o el ojo cíclope, que es el Jano de
dos caras de los Misterios paganos; y el sistema generativo por una flor, un
cayado, una copa, o una mano.
Mientras que todos los Misterios
reconocían al corazón como el centro de la conciencia espiritual, con
frecuencia decididamente ignoraron este concepto y usaron el corazón en su
sentido exotérico como el símbolo de la naturaleza emocional, En esta
disposición el centro generativo representaba el cuerpo físico, el corazón el
cuerpo emocional, y el cerebro el cuerpo mental. El cerebro representaba la
esfera superior, pero después de que los iniciados hubiesen pasado a través de
los grados más bajo, se les instruía que el cerebro era el poder de la llama
espiritual que vive en los recovecos más recónditos del corazón. El estudiante
de esoterismo descubre antes que pase mucho tiempo que los antiguos con
frecuencia recurrían a varios subterfugios para esconder las verdaderas
interpretaciones de sus Misterios. La sustitución del cerebro por el corazón
era una de esos subterfugios.
Los tres grados de los Misterios
antiguos eran dados, con pocas excepciones, en cámaras que representaban los
tres grandes centros de los cuerpos humano y Universal. Si era posible, el
templo mismo era construido con la forma del cuerpo humano. El candidato
entraba entre los pies y recibía el grado más alto en el punto correspondiente
al cerebro. De esta manera el primer
grado era el misterio material y su símbolo era el sistema generativo; elevaba
al candidato a través de varios grados de pensamiento concreto. El segundo
grado se daba en la cámara correspondiente al corazón, pero representaba el poder medio que era el
vínculo mental. Aquí el candidato era iniciado en los misterios del pensamiento
abstracto y se elevaba tan alto como la mente era capaz de penetrar. Luego
pasaba a la tercera cámara, que, análoga al cerebro, ocupaba la posición más
alta en el templo pero, análoga al corazón, era de la mayor dignidad. En la
cámara del cerebro se daba el misterio del corazón. Aquí el iniciado primera
vez comprendía el significado de esas palabras inmortales: "Como un hombre
piensa en su corazón, así es él." Como hay siete corazones en el cerebro
así hay siete cerebros en el corazón, pero este es un asunto de suprafísica de
lo cual poco se puede decir en el momento actual.
Proclus escribe sobre este tema
en el primer libro de Sobre al Teología
de Platón: "En realidad, Sócrates en el (Primer) Alcibiades correctamente
observa, que el alma que entra dentro sí misma contemplará todas las otras
cosas, y la deidad misma. Por tender a su propia unión, y al centro de toda la
vida, dejando de lado la multitud, y la variedad de todos los poderes múltiples
que ella contiene, asciende a los ofrecimientos de la atalaya más alta. Y como
en el más santo de los misterios, dicen, que los místicos al principio se
encontraron con la multiforma, y muchos géneros de formas, que son lanzados
ante los dioses, pero al ingresar al templo, impasibles, y custodiados por los
ritos místicos, genuinamente recibían en sus pechos [corazón] iluminación
divina, y despojados de sus vestimentas, como ellos dirían, participaban de una
naturaleza divina; el mismo modo, como me parece a mí, sucede en la
especulación de los todos. Para el alma cuando mira las cosas posteriores a sí
misma, contempla las sombras e imágenes
de seres, pero cuando ella misma se convierte en ella misma evoluciona su
propia esencia, y las razones que contiene. Y al principio realmente, ella es
como si solamente se contempla a sí misma; pero, cuando penetra más
profundamente en el conocimiento de sí misma, encuentra en sí misma tanto el
intelecto como los órdenes de los seres. Cuando ella sin embargo, procede en
sus recovecos interiores, y dentro del ádito como si fuera del alma, percibe
con el ojo cerrado [sin la ayuda de su mente inferior], el género los dioses, y
las unidades de los seres. Ya que todas las cosas están en nosotros
físicamente, y a través de esto somos naturalmente capaces de conocer todas las
cosas, excitando los poderes y las imágenes de todos que contenemos."
Los iniciados de antes advertían a sus discípulos que una imagen no es una realidad sino meramente la objetificación de una idea subjetiva. La imagen, de los dioses no fue diseñada para ser objetos de culto sino eran para ser considerados meramente emblemas o recordatorios de poderes y principios invisibles. De manera similar, el cuerpo del hombre no debe ser considerado como el individuo sino solamente como la casa del individuo, de la misma manera que el templo era la Casa de Dios. En un estado de pesadez y perversión el cuerpo del hombre es la tumba o prisión de un principio divino,en un estado de desarrollo y regeneración es la Casa o Santuario de la Deidad por cuyos poderes creativos fue ideado. "La personalidad está suspendida en un hilo de la naturaleza del Ser," declara el trabajo secreto. El hombre es en esencia un principio permanente e inmortal; solamente sus cuerpos pasan a través del ciclo de nacimiento y muerte. Lo inmortal es la realidad; lo mortal es la irrealidad. Durante cada período de vida terrestre, la realidad de esta manera mora en la irrealidad, para ser liberada de ella temporalmente por la muerte y permanentemente por la iluminación.
Mientras que en general se los
consideraba politeístas, los paganos ganaron esta reputación no porque rendían
culto a más de un Dios sino más bien porque personificaban los atributos de
este Dios, creando de tal modo un panteón de deidades posteriores cada una
manifestando una parte de lo que el Dios Único manifestaba como un todo. Los
varios panteones de las religiones antiguas en consecuencia realmente
representaban los atributos catalogados y personificados de la Deidad. En
cuanto a esto se corresponden con las jerarquías de los Cabalistas Hebreos.
Todos los dioses y diosas de la antigüedad consecuentemente tienen sus
analogías en el cuerpo humano, como también lo tienen los elementos, planetas,
y constelaciones que fueron asignadas como vehículos adecuados para estos
celestiales. Se asignan cuatro centros corporales a los elementos, los siete
órganos vitales a los planetas, las doce partes y miembros principales al
zodíaco, las partes invisibles de la naturaleza divina del hombre a varias
deidades supermundanas, mientras que se declaraba que el Dios escondido se
manifestaba a través de la médula en los huesos.
Para muchos es difícil darse
cuenta de que ellos son universos reales; que sus cuerpos físicos son una
naturaleza visible a través de la estructura de la cual incontables ondas de
vida que evolucionaba están desarrollando sus potencialidades latentes. Sin
embargo a través del cuerpo físico del hombre no solo son un mineral, una
planta, y un reino animal evolucionando, sino también clasificaciones y
divisiones de vida espiritual invisible desconocidas, lo mismo que las células
son unidades infinitesimales en la estructura del hombre, así el hombre es una
unidad infinitesimal en la estructura del universo. Una teología basada en el
conocimiento y apreciación de estas relaciones es tan profundamente justa como
es profundamente verdadera.
Como el cuerpo físico del hombre
tiene cinco extremidades distintas e importantes--dos piernas, dos brazos, y
una cabeza, de las cuales la última gobierna las primeras cuatro--la numero 5
ha sido aceptada como el símbolo del hombre. Por sus cuatro esquinas la
pirámide simboliza los brazos y las piernas, y por su vértice la cabeza, de
esta manera indicando que un poder racional controla cuatro esquinas
irracionales. Las manos y los pies se usan para representar los cuatro
elementos, de los cuales los dos pies son tierra y agua, y las dos manos fuego
y aire. El cerebro entonces simboliza el quinto elemento sagrado--éter —que
controla y unifica los otros cuatro. Si los pies son colocados juntos y los
brazos extendidos, el hombre entonces simboliza la cruz con el intelecto
racional como la cabeza o miembro superior.
Los dedos de la mano y de los
pies también tienen una importancia especial. Los dedos de los pies representan
los Diez Mandamientos de la ley física y los dedos de la mano los Diez
Mandamientos de la ley espiritual. Los cuatro dedos de cada mano representan
los cuatro elementos y las tres falanges de cada dedo representan las
divisiones del elemento, de manera que en cada mano hay doce partes de los
dedos, que son análogas a los signos del zodíaco, mientras que las dos falanges
y la base de cada pulgar suponen la triple Deidad. La primera falange
corresponde al aspecto creativo, la segunda al aspecto preservativo, y la base
al aspecto generativo y destructivo. Cuando se juntan las manos, el resultado
es los veinticuatro Mayores y los seis Días de la Creación.
En el simbolismo el cuerpo esta
dividido verticalmente en mitades, la mitad derecha se considera la luz y la
mitad izquierda la oscuridad. Para aquello no familiarizados con los verdaderos
significados de luz y oscuridad, la mitad de la luz fue denominada espiritual y
la mitad izquierda material. La luz es el símbolo de la objetividad; la
oscuridad de la subjetividad. La luz es una manifestación de la vida y es en
consecuencia posterior a la vida. Aquello que es anterior a la luz es
oscuridad, en la cual la luz existe temporalmente pero la oscuridad
permanentemente. Como la vida precede a la luz, su único símbolo es la
oscuridad, y la oscuridad es considerada el velo que debe esconder eternamente
la verdadera naturaleza del Ser abstracto e indiferenciado.
En tiempos antiguos los hombres
peleaban con sus brazos derechos y defendían sus centros vitales con sus brazos
izquierdos, sobre los cuales llevaban el escudo protector. La mitad derecha era
considerada por lo tanto ofensiva y la mitad izquierda defensiva. Por esta
razón también el lado derecho del cuerpo era considerado masculino y el lado
izquierdo femenino. Varias autoridades son de la opinión de que el actual uso
generalizado de la mano derecha en la raza es el resultado de la costumbre de
sostener la mano izquierda limitada a propósitos defensivos. Además, como la
fuente del Ser está en la oscuridad primordial que precedía la luz, sí la
naturaleza espiritual del hombre está en la parte oscura de su ser, ya que el
corazón está en el lado izquierdo.
Entre las curiosas ideas
equivocadas que surgen de la falsa práctica de asociar la oscuridad con el mal
hay una por la cual varias naciones antiguas usaban la mano derecha para todas
las labores constructivas y la mano izquierda sólo para aquellos propósitos
denominados impuros e impropios para la vista de los dioses. Por la misma razón
con frecuencia se refería a la magia negra como el sendero de la izquierda, y
se decía que el cielo estaba a la derecha y el infierno a la izquierda. Algunos
filósofos además declaraban que había dos métodos de escritura: uno de
izquierda a derecha, que era considerado el método exotérico; el otro de
derecha a izquierda, que era considerado esotérico. La escritura exotérica era
aquella que se hacía hacia fuera o alejándose del corazón, mientras que la
escritura esotérica era aquella que--como el hebreo antiguo--se escribía hacia
el corazón.
La doctrina secreta declara que
todas las partes y miembros del cuerpo están
resumidos en el cerebro y, a su vez, que todo lo que está en el cerebro
está resumido en el corazón. En el simbolismo la cabeza se usa con frecuencia
para representar la inteligencia y el autoconocimiento. Como el cuerpo humano
en su totalidad es el producto más perfecto conocido en la evolución de la
tierra, fue empleado para representar a la Divinidad--el estado o condición
apreciable más alta. Los artistas, al tratar de retratar la Divinidad, con frecuencia
sólo muestran una mano emergiendo de una nube impenetrable. La nube supone la
Divinidad Incognoscible-----ocultada del hombre por limitación humana. La mano
significa la actividad Divina, la única parte de Dios que es conocible a los
sentidos inferiores.
La cara consiste en una trinidad
natural: los ojos que representan el poder espiritual que comprende; los
orificios nasales que representan el poder preservativo y vivificante; y la
boca y las orejas que representan el poder demiúrgico del mundo inferior. La
primera esfera es eternamente existente y es creativa; la segunda esfera
pertenece al misterio de la ruptura creativa; y la tercera esfera
Los antiguos no creían que la
espiritualidad hacía a los hombres justos o racionales, sino más bien que la
justicia y la racionalidad hacían espirituales a los hombres. Los Misterios
enseñaban que la iluminación espiritual se lograba solamente trayendo la
naturaleza inferior hasta determinado estándar de eficiencia y pureza. Los
Misterios por lo tanto fueron establecidos con el propósito de desarrollar la
naturaleza del hombre de acuerdo con ciertas reglas fijas que, cuando se
seguían fielmente, elevaban la conciencia humana hasta un punto donde era capaz
de conocer su propia constitución y el verdadero propósito de la existencia.
Este conocimiento de cómo la constitución múltiple del hombre podía ser
regenerada más rápida y completamente al punto de que la iluminación espiritual
constituía la doctrina secreta, o esotérica, de la antigüedad. Determinados
órganos y centros físicos son en realidad los velos o envolturas de los centros
espirituales. Cuáles eran y cómo podían ser desarrolladas nunca fue revelado al
no regenerado, porque los filósofos se dieron cuenta que una vez que entiende
el funcionamiento complete de cualquier sistema, un hombre puede lograr un fin
prescripto sin estar calificado para manipular y controlar los efectos que ha producido.
Por esta razón se impusieron largos períodos de prueba, para que el
conocimiento de cómo convertirse como los dioses pudiera permanecer como la
única posesión de los merecedores.
Para que ese conocimiento no se
perdiera, sin embargo, fue ocultado en alegorías y mitos que no tenían sentido
para el profano pero eran obvios para aquellos familiarizados con esa teoría de
redención personal que fue el fundamento de la teología filosófica. Se puede
citar al mismo Cristianismo como ejemplo. Todo el Nuevo Testamento es en
realidad una exposición ingeniosamente ocultada de los procesos secretos de la
regeneración humana. Los personajes por tanto tiempo considerados hombres y
mujeres históricas son realmente la personificación de ciertos procesos que
tienen lugar en el cuerpo humano cuando el hombre comienza la tarea de
liberarse conscientemente de la esclavitud de la ignorancia y la muerte.
Las vestimentas y ornamentaciones
supuestamente usadas por los dioses también son claves, porque en los Misterios
la ropa era considerada sinónimo de forma. El grado de espiritualidad o
materialismo de los organismos se denotaba por la calidad, belleza, y valor de
las vestimentas usadas. El cuerpo físico del hombre era admirado como la toga
de su naturaleza espiritual; en consecuencia, cuanto más desarrollados eran sus
poderes supersubstanciales más glorioso era su ropa. Por supuesto, la ropa era
usada originariamente como adorno más que como protección, y dicha práctica aún
prevalece entre muchos pueblos primitivos. Los Misterios entendían que los
únicos ornamentos duraderos del hombre eran sus virtudes y sus características
valiosas; que se vestía en sus propios logros y se adornaba con sus logros. De
esta manera la toga blanca era simbólica de pureza, la toga roja de sacrificio
y amor, y la toga azul de altruismo e integridad. Ya que se decía que el cuerpo
era la toga del espíritu, las deformidades mentales o morales eran descriptas
como deformidades del cuerpo.
Considerando el cuerpo del hombre
como la regla de medición del universo, los filósofos declararon que todas las
cosas se parecen en constitución--si no en forma--al cuerpo humano. Los
griegos, por ejemplo, declararon a Delfos el ombligo de la tierra, ya que el
planeta físico era admirado como un ser humano gigantesco que estaba enrollado
en la forma de una pelota. En contra distinción a la creencia de la Cristiandad
que la tierra es una cosa inanimada, los paganos consideraban no sólo a la
tierra sino también a todos los cuerpos siderales criaturas individuales que poseían
inteligencias individuales. Ellos fueron tan lejos como para ver los varios
reinos de la Naturaleza como entidades individuales. El reino animal, por
ejemplo, considerado como un ser--un
compuesto de todas las criaturas que componen ese reino. Esta bestia
prototípica era personificación mosaica de todas las inclinaciones
animales y dentro de su naturaleza
existía todo el mundo animal como la especie humana existe dentro de la
constitución del Adán prototípico.
De la misma manera, las razas,
las naciones, las tribus, las religiones, los estados, las comunidades, y las
ciudades eran vistas como entidades compuestas, cada una constituida por
números variables de unidades individuales. Todas las comunidades tienen una
individualidad que es la suma de las actitudes individuales de sus habitantes.
Todas las religiones son un individuo cuyo cuerpo está constituido por una
jerarquía y una vasta multitud de adoradores individuales. La organización de
cualquier religión representa su cuerpo físico, y sus miembros individuales la
vida celular que constituye este organismo. Por consiguiente, las religiones,
las razas, y las comunidades--como los individuos-atraviesan las Siete Edades de Shakespeare, ya que la
vida del hombre es un estándar por el cual se estima la perpetuidad de todas las cosas.
De acuerdo con la doctrina
secreta, el hombre, a través del refinamiento gradual de sus vehículos y la
siempre creciente sensibilidad resultante de ese refinamiento, esta
gradualmente superando las limitaciones de la materia y se está desenredando de
su rollo mortal. Cuando la humanidad haya completado su evolución física, la
cáscara vacía del materialismo dejada atrás será usada por otras ondas de vida
como escalones para su propia liberación. La tendencia del crecimiento
evolutivo del hombre es siempre hacia su propia Personalidad esencial. En el
punto de materialismo más profundo, en consecuencia, el hombre está a la
distancia más grande de Sí mismo. De acuerdo con las enseñanzas de los
Misterios, no toda la naturaleza espiritual del hombre encarna en la materia.
El espíritu del hombre se muestra gráficamente como un triángulo equilátero con
una punta hacia abajo. Este punto inferior, que es un tercio de la naturaleza
espiritual pero en comparación a la dignidad de los otros dos es mucho menos
que un tercio, desciende a la ilusión de la existencia material por un breve
espacio de tiempo. Aquello que nunca se viste en la envoltura de la materia es
el Anthropos Hermético--el Hombre
Superior-- análogo a los Cíclopes o demonios
guardianes de los griegos, el ángel
de Jacobo Böhme, y la SupraAlma de Emerson, "esa Unidad, esa Supra-Alma,
dentro de la cual está contenido el ser particular de todos los hombres y se
hace uno con todo lo otro."
En el nacimiento solamente una
tercera parte de la Naturaleza Divina del hombre se disocia temporalmente de su
propia inmortalidad y se encarga del sueño del nacimiento y la existencia
física, animando con su propio entusiasmo celestial un vehículo compuesto de
elementos materiales, parte de y atado a la esfera material. En la muerte esta
parte encarnada despierta del sueño de existencia física y se reúne una vez más
con su condición eterna. Este descenso periódico del espíritu en la material se
denomina la rueda de la vida y la muerte,
y los principios desarrollados son tratados en detalle por los filósofos bajo
el tema de metempsicosis. Por la iniciación en los Misterios y un cierto
proceso conocido como teología operativa, transciende esta ley de nacimiento y
muerte, y durante el curso de la existencia física esa parte del espíritu que
está dormida en forma se despierta sin la intervención de la muerte—el
Iniciador inevitable--y es conscientemente reunificada con el Anthropos, o la sustancia dominante de
sí mismo. Este es al mismo tiempo el propósito primario y el logro consumado de
los Misterios: que el hombre se haga consciente y conscientemente se reunifique
con la fuente divina de sí mismo sin probar la disolución física.
sábado, 29 de octubre de 2022
Desvelando el MISTERIO DEL SIMBOLISMO DEL "OJO DE DIOS"...
Manly Palmer Hall
y una de sus Aportaciones Filosóficas
para entender el Espíritu de la aportaciòn de hoy
Mientras más ignorante es el individuo más limitado es el campo de su expresión. Por lo tanto, se dice que la persona ignorante está confinada dentro del anillo formado por la circunferencia exterior de su conocimiento. En el individuo medio, esta inhibición es tan notoria que se le ha comparado a un sepulcro en el cual las divinas potencialidades yacen enterradas, esperando el llamado de la conciencia que libere al Ser aprisionado con el desarrollo del círculo del conocimiento. Frecuentemente oímos que hay personas que tratan de vivir eternamente y en ciertas ocasiones, alguna publicación científica declara que no hay ninguna causa razonable de la muerte y que la gente debería vivir, por lo menos, quinientos años en buena salud. Uno de los casos más patéticos que conocimos, fue el de un individuo que quería seguir viviendo por siempre y que, aun en el momento de su muerte, se revelaba contra la idea de la disolución física. Esto nos lleva a un importante hallazgo, o sea, que: la mortalidad no es nada más que la aceptación de la realidad de la muerte. La muerte no es un proceso físico, sino un concepto intelectual. La muerte no es el arrojar la envoltura física, ni la vida la perpetuación del cuerpo físico. En los Misterios de la Pirámide, los sacerdotes egipcios, conociendo las fuerzas ocultas de la naturaleza, concertaban el envío del alma del neófito, en la forma de un ave, fuera de su cuerpo físico, a vagar durante tres días y sus noches por los campos Elíseos. Al retornar a su forma física y despertar de su trance, el nuevo iniciado era declarado inmortal, no porque no se desprendería de su cuerpo físico cuando muriera, sino porque había comprendido que él no era su cuerpo y que su verdadero Ser es lo realmente inmortal. En la realización de esta inmortalidad él podía contemplar el futuro de un período ininterrumpido de conciencia, vida y actividad a través de innumerables milenios. El ignorante ya está muerto. Aquel que ha alcanzado las cimas más altas de la filosofía, vive eternamente, aun cuando su cuerpo sea quemado en la pira y sus cenizas arrojadas al mar. Cuando Sócrates bebía la cicuta, Critón le dijo: “Maestro, ¿Qué quieres que hagamos contigo después de muerto?” Y Sócrates contestó: Podéis hacer lo que os plazca si podéis agarrarme; ¡Pero, tened cuidado que no me escurra de entre vuestros dedos!”. El individuo que sólo vive la vida física no ha desarrollado las cualidades de su naturaleza superior y es incapaz de funcionar conscientemente en los mundos sutiles que están más allá de la tumba. Cuando deja caer esta envoltura mortal, se sumerge, por lo tanto, en la inconsciencia, pues no construyó las facultades que le permitirían permanecer consciente en los planos superiores. Sin embargo, cuando el filósofo iluminado desarrolla las facultades del alma y despierta sus poderes trascendentales, la muerte deviene sólo en una ilusión; porque, aunque su cuerpo físico muere, su conciencia no se altera por haberse separado conscientemente de su cuerpo. Continúa viviendo, pensando y sintiendo. Habiendo entrado en la luz, permanece por siempre en la luz. La inmortalidad consciente es el eterno premio para aquellos que alcanzan las más altas formas de entendimiento mental y espiritual. Los griegos enseñaron que si el alma se centraba en la naturaleza sensual, era prisionera del cuerpo y por ello, moría con el cuerpo. Pero, si el alma se elevaba durante la vida por sobre las cosas físicas e ilusorias, sobrevivía a la desintegración de su cuerpo y continuaba su búsqueda de la última Realidad. | |||||
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viernes, 28 de octubre de 2022
Recordando nuestro vuelo con con la Empresa Impacto Aèreo en 2010 en Torreòn, Coahuila MÈXICO
Impacto Aéreo vuela dirigible publicitario de Coppel en Torreón
Publicado anteriormente por Daremen en nov.09, 2010, en la categoría Blog Aviación
La empresa publicitaria Impacto Aéreo visitó la ciudad de Torreón, Coah. el Martes 9 de Noviembre para realizar vuelos publicitarios en su dirigible de 47 metros de largo y 18 metros de ancho haciendo publicidad a la empresa Coppel.
Tuvimos el gusto de platicar con el Ing. Javier Merino quien está al frente de ésta empresa y él mismo es piloto de los dirigibles y globos aerostáticos con los cuales hace publicidad a muchas empresas; así como también el ingeniero Merino nos invitó a volar en su impresionante dirigible.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=29&v=RpJELNA4xY8&feature=emb_logo
Visita: Impacto Aéreo S.A. de C.V.