Continúa del Capítulo #2.
El Avión siguió bajando y el piloto lo dirigió hacia un pequeño poblado cercano a la ciudad de Matamoros, Coahuila.
Ya muy cerca y casi rozando los postes de electricidad del citado poblado, voló paralelo y de lado sobre la principal calle del mismo.
Grande fue la sorpresa y el estruendo que hizo el avión al volar tan bajo y peligrosamente rozando los postes y los techos del citado pueblo, que vi como en la segunda ocasión que pasábamos sobre el mismo, las gentes asombradas salían a tratar de ver o saber que es lo que estaba pasando afuera de las casas.
Fue hasta la segunda ocasión en que me percate que casi todo el pueblo se componía de cantinas y las personas que se asomaban o que pasaba, eran parroquianos y damas de la vida galante que los acompañaban.
Lo anterior lo pude apreciar en las pasadas rápidas y a la tan baja altura a que volaba nuestro avión.
Entonces le grite a nuestro piloto, que por favor ya no pasara volando sobre este poblado y a tan baja altura, ya que los parroquianos algunos de ellos por su embriaguez y si estaban armados podrían disparar a nuestro avión y nos podrían hacer daño a nosotros o al avión.
Finalmente el piloto aceptó mis ruegos y se enfiló tomando altura rumbo a la ciudad de Torreón.
Pero frente a nuestra trayectoria y a un lado hacia nuestra izquierda vio un enorme establo lechero y se descolgó en vuelo picado, nivelando el avión casi en encima del hato lechero, cuyas cabezas de ganado lechero de las llamadas pintas de negro o Holstein, se abrían en todas direcciones.
Pasábamos tan cerca de estos animales que les alcanzaba a ver los ojos despavoridos y como corrían en todas direcciones.
Pero frente a nuestra trayectoria y a un lado hacia nuestra izquierda vio un enorme establo lechero y se descolgó en vuelo picado, nivelando el avión casi en encima del hato lechero, cuyas cabezas de ganado lechero de las llamadas pintas de negro o Holstein, se abrían en todas direcciones.
Pasábamos tan cerca de estos animales que les alcanzaba a ver los ojos despavoridos y como corrían en todas direcciones.
Le suplique que por favor ya no hiciera estos vuelos rasantes, ya que podrían tomar la matricula del avión y lo iban a multar, por causar daños en propiedad ajena.
Finalmente hizo caso y enfiló nuevamente hacia la ciudad de Torreón.
Pero aún faltaba otra experiencia peligrosa y esta fue, cuando me dijo.
Ves como se observa el sol metiéndose atrás de los cerros en su ocaso.
Si le conteste, bueno pues vamos a dirigirnos directos hacia esa imagen del sol poniente.
Pero fíjate muy bien como en esa trayectoria esta la antena de radio de la estación "XETOR Radio Ranchito".
La vamos a pasara rozando, no tengas miedo ya lo he hecho en otras ocasiones.
Si le conteste, bueno pues vamos a dirigirnos directos hacia esa imagen del sol poniente.
Pero fíjate muy bien como en esa trayectoria esta la antena de radio de la estación "XETOR Radio Ranchito".
La vamos a pasara rozando, no tengas miedo ya lo he hecho en otras ocasiones.
La verdad es que me preocupé, porque veía la Antena de Radio, pero la punta no la veía por-que esta terminaba directamente en el disco solar y me deslumbraba.
Ni modo me dije para mis adentros, confío en que el piloto conozca la altura de la antena y que el avión cuyo altímetro este funcionando bien, podamos pasar por encima de la misma...
Luego escuche al piloto que dijo, "Ya la pasamos", sentí un alivio.
Pero todo mi cuerpo estaba rígido y tenso, por la forma en que iba replegado en el avión, para no estorbar en los movimiento que tenía que hacer el piloto en el manejo del avión.
Finalmente, vi a lo lejos el aeropuerto de la Joya y aterrizamos en él, de oriente a poniente, yo no sé si era la dirección correcta o no, según la dirección del viento; pero así aterrizamos y cuando finalmente se paro el motor y la aeronave.
La verdad es que batalle para bajarme.
Primero por la falta de movilidad de mi brazo izquierdo que estaba enyesado y en segundo lugar por la rigidez o engarrota-miento de mi cuerpo por la tensión ejercida sobre él, durante todo el tiempo de vuelo.
Hasta después de un rato pude caminar correctamente, no sin ántes despedirme del piloto, quién me volvió a invitar para otro vuelo, pero hasta la fecha no lo he vuelto a ver y espero no volver a subirme a volar en su compañía, pues considero a la distancia y el tiempo transcurrido, que corrí con mucha suerte y no quiero tentar al destino.
Luego de eso aborde mi automóvil, para dirigirme a la ciudad y a mi domicilio y meditar todo lo ocurrido.
FIN DE ESTA EXPERIENCIA Y EPISODIO DE LA VIDA REAL.
Autor Víctor García
Invitación a ver:
https://en.wikipedia.org/wiki/Piper_PA-25_Pawnee
https://www.youtube.com/watch?v=PZZ1ELZd9Ao