AVIACIÓN
ALEJANDRO CÁRDENAS CARRANZA
MI PARTICIPACIÓN
EN LA SEGUNDA
GUERRA MUNDIAL
Introducción.
Artículo original del
Capitán Piloto Aviador
ALEJANDRO CÁRDENAS CARRANZA
con el que anualmente
lo recordamos como
nuestro amigo y primer colaborador
desinteresado de esta Institución.
NOTA.- Víctor M. García R., tuvo la oportunidad de conocer al
Capitán, Alejandro Cárdenas Carranza,
cuando como cliente éste último visitaba las Oficinas de
Banco Nacional de México,
dónde Víctor García se desempeñaba como funcionario
de dicha institución bancaria, en la ciudad de Torreón, Coahuila (México)
donde laboró por mas de 20 años hasta fines de 1988
y posteriormente lo llegó a invitar
a varios de sus programas de Televisión en, XHIA-TV2
también de esta ciudad del norte de México
donde colaboró por aproximadamente 10 años,
hasta aproximadamente 1995/96,
así nuestros contactos siguieron siendo ocasionales
y a raíz de la formación del proyecto para el Museo Nacional de la Aviación
y el Espacio, la Ciencia y la Tecnología en el año 2000,
volvimos a tener algunas entrevistas
nuevamente recibiendo de él orientaciones para la formación del citado museo,
siendo en el año de 2006, cuando regaló alguna indumentaria de piloto de su
propiedad para que formara parte del museo.
Misma que actualmente se encuentra dentro del mismo
y en una de esas visitas a su casa donde gentilmente fuimos
atendidos tanto por él como por su fina y distinguida esposa,
también nos obsequió los originales de sus memorias
que estaba escribiendo de su participación
en la segunda guerra mundial
y que se modificó ligeramente en sus expresiones
de acuerdo a su dictado
y que fielmente se reproduce,
mismo que fué escuchado y
corregido directamente por él,
en consideración a que se pretendía ayudarlo a
terminar y corregir el texto para un libro que pensaba publicar
con sus memorias y
que finalmente logró concluir
con el apoyo de sus familiares.
El texto incompleto que estamos presentando,
se quedó así en virtud de que ya
no se continuó con éste trabajo,
se respetó también la ortografía original.
Sin embargo con la autorización telefónica de su gentil esposa
la Señora María Estela Sáenz Larriva;
en nuestro museo y nuestra portada electrónica
hemos decidido rendirle cada año póstumo homenaje,
publicando la parte de la acción de guerra aérea
donde él participó
y en la que su avión fue derribado
y que se narra en éste
texto incompleto
tal y como él lo dictó y lo corrigió y dejó;
pero que en lo medular
habla y narra sus vivencias
como participante en la acción bélica más grande,
que fué la segunda guerra mundial.
Probablemente, más adelante podamos aportar
sus vivencias como prisionero de
guerra en los campos de concentraciones nazis,
sacados éstos datos también de sus manuscritos originales,
que nos fueron obsequiados por este AGUILUCHO
nacido en Piedras Negras, Coahuila, México,
el 12 de Diciembre de 1922 y que
falleció el 26 de agosto de 2009.
El MUSEO NACIONAL DE LA AVIACIÓN Y EL ESPACIO, LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA,A. C.
le rinde anualmente un merecido homenaje
y recuerdo perenne, primero;
por ser un coahuilense distinguido,
Don Venustiano Carranza de la Garza,
figura señera de la Revolución Mexicana,
fue su tío abuelo
fue su tío abuelo
y el Capitán Piloto Aviador Emilio Carranza,
piloto aviador de la Fuerza Aérea Mexicana,
de reconocida fama mundial también su familiar (tío)
y por ser en nuestro museo,
el primer colaborador desinteresado
para la formación del mismo.
Agradecimientos:
Periódico El Siglo de Torreón; Foto del Cap. P. A. Alejandro Cárdenas C.
Fotos de Aviones bombardeando donada por Cap. Alejandro Cárdenas C.
Gráficas de aviones alemanes e Instalaciones Alemanas
tomadas de Internet; autores desconocidos
AGRADECIMIENTOS A LOS PROPIETARIOS DE LOS VÍDEOS
Y EN ESPECIAL A LA FUNDACIÓN COLLINGS
Por la Oportunidad de Usar su material en este trabajo
de Difusión cultural sin fines de lucro
“DESCANSE EN PAZ ESTE GUERRERO DEL AIRE QUE NOS BRINDÓ SIEMPRE A CABALIDAD SU AMISTAD SINCERA”
“Sabíamos que se aproximaba la invasión de Francia,
por que veíamos cantidad de
tanques y cañones que traían de Estados Unidos
y los bajaban en nuestra Base.
Era el primero de junio del 44
y el tiempo estaba muy mal, completamente cerrado con
excesiva lluvia.
El comandante supremo era el general Eisenhower,
quien estaba deteniendo la invasión de Normandía, Francia,
por el mal tiempo, hasta que el día 5 en la tarde
empezó a mejorar.
Todos nosotros estuvimos acuartelados en nuestra Base.
El día 6 nos levantaron a las 04.30 a. m.
para prepararnos para la invasión,
pero a nosotros no nos tocó, ése día “D”,
ése día a nosotros nos asignaron bombardear
y destruir los depósitos de municiones y cohetes en Abiville, Francia,
nosotros vimos cómo explotaban los edificios
y bodegas de explosivos de los alemanes,
donde estos tenían la base de cohetes V1 y V2, que enviaban a Londres,
devastando gran parte de la ciudad.
El detalle de cómo iniciamos ese día, fue así:
Estábamos ya en la sala de Operaciones de Vuelo,
cuando entró el Comandante
con el Mayor Hinkley y el sub-comandante gritó.
Atención y todos nos pusimos de pie
y firmes y luego dijo descansen y enseguida nos sentamos,
se corrió la cortina
que tapaba el mapa de Europa
y con un listón rojo, se marcaba la ruta al objetivo,
que en este famoso
“Día D” del 06 de junio de 1944
marcaba la invasión de Normandía, Francia.
Fue un espectáculo maravilloso,
que nunca se volverá a ver,
miles de botes, grandes,
medianos y pequeños,
yates, lanchas de motor
y miles de hombres
a bordo de cada uno de ellos,
al volar nosotros sobre el Canal de la Mancha,
vimos en detalle el
desembarco de soldados,
tanques, camiones, comandos,
jeeps sobre las playas de Normandía
y se veían los cañonazos de los alemanes
explotando sobre los botes y
la lumbre que salía de los cañones
de cada barco destructor
y se veían donde
explotaban en la costa sobre los alemanes
y pensé, que bueno que ando acá arriba,
cuando ¡PUM! Explotan los proyectiles que nos tiraban los alemanes
y se veía una
explosión y luego un polvito negro,
que es el proyectil expandiendo
cientos de
pedazos de metal en todas direcciones
y a eso llamábamos “FLAK”,
que fué lo que
más derribó aviones americanos e ingleses,
en ése día se contabilizaron más de
60 aviones americanos con 600 hombres a bordo,
desde luego también
contribuyeron al derribo los aviones cazas alemanes
ME-109G y los FW-190,
nuestro objetivo,
como lo hemos mencionado antes era Abiville, en Francia.
Para mi fue una experiencia inolvidable,
porque ése día fue nuestro primer vuelo de combate.
Repito,
fue para nosotros una gran impresión ver aquel poderío
avanzando hacia Francia,
cientos de barcos de todo tamaño
y potencia con cientos de
hombres a bordo,
desembarcando en las playas de Normandía;
veíamos los fuegos de
los cañones alemanes, tierra adentro,
disparando a las playas de la invasión y barcos
desembarcando todo tipo de material bélico,
como estallaban y se destruía a algunos de ellos,
al igual que los soldados de combate,
bajando de las barcazas y tratando de
conquistar un pedazo de terreno.
Así fué como fueron avanzando tierra adentro,
con muchas pérdidas,
pero lograron establecer
fuertes de combate o cabezas de playa.
Se veía también como los destructores navales
disparaban desde el mar a tierra y
cómo explotaban los depósitos de pólvora
y municiones.
Veía desde lo alto infinidad
de soldados muertos en tierra,
pensé, que bueno que ando acá arriba,
pero de
pronto empezaron a explotar el “flak”,
disparado por cañones antiaéreos, que
averiaron a varios de nuestros aviones,
el de nosotros tenía varios impactos de bala,
lo que nos alegró bastante
es haber salido ilesos de esta misión.
Ya en combate,
todos teníamos miedo,
pero era una misión que teníamos que hacer,
el frío de menos 20 grados a la altura que volábamos,
nos formaba hielo en la máscara de oxígeno,
pues yo me levantaba la máscara de la cara para sacar el
sudor y se convertía en cristales de hielo sobre mi pecho
y mi compañero Joe Risko
se le congeló parte de la cara
y lo internaron en el hospital,
por ésa razón él no iba
con nosotros en las siguientes misiones.
Cuando entrábamos en la zona de combate,
desconectaba el traje eléctrico,
por que con la tensión y el miedo sudábamos
y podía congelarse la parte del cuerpo a la intemperie.
Regresamos del primer vuelo de combate,
asustados y ya en la base,
el comandante tenía preparado un cóctel,
de copas de coñac, champagne y whisky,
para relajarnos un poco distribuidas por muchachas de la WAFS muy guapas
y de ahí pasarnos a Operaciones,
donde el “G2” (inteligencia) nos esperaba, para interrogarnos.
Les dijimos que habíamos destruido la base de los cohetes V-1 y V-2,
para que ese día ellos revelaran las fotos
que tomaban los fotógrafos oficiales del grupo que eran
Clark Gable y Tirone Powers,
que después fueron artistas famosos de cine;
Clark Gable hizo la película “Lo que el viento se llevó”;
después de despedirnos del “G-2”,
volvimos a nuestras barracas a bañarnos
y cambiarnos y pedir permiso para ir a Norwich,
a ver a las muchachas,
yo tenía una amiguita Mildred, alta, rubia muy bonita
y era la que me llevaba al centro a conocer Norwich.
Joe Risko y yo éramos muy buenos amigos
y siempre andábamos juntos,
él era el artillero principal
y accionaba una de las ametralladoras del lado trasero del avión.
Mildred me invitaba a su casa
a conocer a sus padres y hermanos
y algunas veces a comer,
ellos estaban muy limitados de todo,
aunque eran familias
acomodadas y cultas,
les faltaba comida, leche, pan,
pues todos los comestibles nos los
daban a las bases aéreas
y terrestres para alimentar a tanto militar,
pues teníamos
invadida toda Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Yo quería terminar mis 25 misiones lo más pronto posible,
para regresar a mi casa con mis padres y hermanos.
El día 12 de Junio llegó
y fue mi segunda misión de combate,
toda la excitación de nuevo
también nos despertaron a las 4.30 horas
y ordenaron que nos preparáramos para salir en vuelo de combate,
me levante rápidamente,
tendí mi cama, me di un regaderazo, rasure
y me puse el traje de combate,
salimos de la barraca rápidamente
y nos fuimos a almorzar,
al ir pasando por la línea con mi charola
para que me sirvieran los cocineros,
vi a uno que parecía mexicano,
le llamé y le hablé en español
y se sorprendió mucho que fuera yo mexicano,
nos hicimos amigos y le dije:
“por que no me preparas unos huevitos rancheros con frijolitos y mucho chile
y “si” dijo Joe, como así se llamaba,
ahorita mismo te los preparo,
al rato me llamó y fui a recoger mi platote de huevos rancheros,
estaban bien picosos y los compañeros alrededor intrigados,
me pidieron una probadita
y cuando lo probaron, lo escupieron todo haciendo una alharaca,
buscándose aire con la boca,
tomando mucho agua y me dicen,
cómo puedes comer eso tan “HOT” caliente y picoso,
así Joe, me atendía en las comidas, con abundante chile, de
ahí nos fuimos a Operaciones.
Todos estábamos nerviosos
por que no sabíamos que objetivo íbamos a bombardear
y muchos de los muchachos fumaban y tomaban café,
esperando que entrara el comandante
Cuando éste entró,
el Mayor Hinkley, ordenó “atención”
y todos nos pusimos de pie y firmes,
luego el Coronel Jim Isbell, dijo “descansen”
y todos nos sentamos.
El Mayor Hinkley, corrió la cortina que cubría la pared
donde estaba el mapa de Europa
y se escuchó el murmullo de
todos al ver la raya roja marcando la ruta de Norwich directo a Berlín.
Sabíamos que la misión sería muy peligrosa,
por que desde Hamburgo hasta Berlín estaban saturado de
cañones antiaéreos, que eran los que más daños nos hacían,
pues le pegaban a cualquier parte del avión
y las averías presentaban una resistencia parásita, disminuyendo la
velocidad y muchas veces averiando los motores
como después nos pasó a nosotros.
El día 18 de Junio de 1944,
fue mi tercera misión
y yo quería que me pusieran una diaria,
para así en 30 días regresar a mi casa,
lleno de condecoraciones.
Nos presentamos a Operaciones,
a las 8.00 y se llenó el salón,
muchos fumando de los nervios,
en eso entró el Comandante Coronel Jim Isbell
y el Mayor Hinkley y
nuevamente recorrieron la cortina
que tapaba el mapa de Europa
la expresión de todos al
unísono ¡ha!, ¡Ho!, ¡Hu!,
al ver que el objetivo era la estación de ferrocarril de Berlín,
y dijo el Comandante,
muchos de ustedes posiblemente no regresen,
así es que tengan sus cosas en orden.
Nos informó lo importante que era destruir el objetivo,
pues de ahí salían
furgones llenos de armamento y personal militar.
Nos asignaron posiciones en la formación
e iniciamos el ataque con el Coronel Isabell al frente
y así en formación de “V”
seguimos formándonos todos los 25 aviones de nuestro escuadrón,
más 25 del escuadrón 753, 25 del 755,
más todos los otros aviones del resto del grupo,
que en total éramos unos 100 aviones
y así abandonamos la costa de Inglaterra,
con rumbo a Hamburgo
y a unos 50 kilómetros tenían barreras con cañones antiaéreos,
disparándonos, entramos a territorio alemán,
entre Hamburgo y Kiel,
que era una base de submarinos en el Báltico
y así nos dirigimos a Berlín,
antes de llegar, teníamos que ir a “IP”, (initial Point),
que es otro rumbo, diferente al del objetivo
y esta dentro a 25 millas,
ahí volteamos a la izquierda
directo a la estación de ferrocarril de Berlín,
y el líder asciende su formación unos 500 pies arriba de nosotros
y así es como bombardeábamos con el líder;
cuando él abría el compartimiento de bombas,
todos soltábamos las bombas,
pero ya sobre el objetivo,
el líder se pasó (oveasbat)
y ordenó girar a la izquierda a completar el
círculo de 360 grados,
para volver a intentar soltar las bombas
en el objetivo que se nos había indicado
y todos empezamos a gritarle maldiciones y adjetivos pesados.
(Enseguida algunos comentarios intercalados y añadidos en la entrevista personal
en casa del Capitán Alejandro Cárdenas Carranza, a Víctor M. García R.,
director de este Museo Interactivo)
“mentadas de madre, mínimo entre otras groserías”
y cuando ya estábamos terminando
el viraje, nos pegó un cañonazo o un cohete,
situación que era la que muchos de nosotros
temíamos, momento que desgraciadamente
y por mala suerte nos estaba tocando a nosotros
en ése instante, tan dramático y cargado de desesperación,
debido a que estábamos en el
centro de las miras de las baterías antiaéreas y en
pleno corazón del territorio enemigo.
Además de que nos estaban acechando los aviones cazas enemigos,
para acabar de derribarnos,
como finalmente así ocurrió
y se describe más adelante.
De por si que nuestra vida en cada misión de estas colgaba de un hilo,
ahora la situación se tornaba dificilísima e incierta,
para cada uno de nosotros los tripulantes de éste avión ahora en desgracia,
que había sido alcanzado por el fuego enemigo;
en esos momentos de alta tensión emocional,
nuestra adrenalina estaba al máximo,
por que está de por medio la sobre-vivencia,
es una mezcla de miedo,
incertidumbre,
valor,
angustia,
parálisis,
amnesia,
recuerdos de toda índole a extrema velocidad,
como que el tiempo
es pesado
y lento
y parece increíble que uno este en esa maldita situación,
si, no es un sueño ni una pesadilla,
es una maldita realidad
y ni modo , el destino estaba actuando
y no había más remedio
que afrontar esta nueva situación en el campo enemigo,
en estos urgentes momentos,
lo que nos salva es nuestro inconsciente,
al que debemos escuchar con serenidad,
para afrontar, de acuerdo a como fuimos entrenados,
la vorágine de situaciones imprevistas y
con escaso tiempo de maniobra para afrontarlos,
llega el momento en que inconscientemente piensa uno,
“este no es momento para lloriqueos”.
Pero antes de esto recuerdo,
el ataque feroz,
de la aviación de caza alemana pues, antes
de entrar a tierra Germana,
al poniente de Hamburgo,
escuché el grito en los audífonos de
uno de los tripulantes del grupo, que dijo:
“ cazas a las 12 altos”
y miré hacia el frente arriba y parecían como moscas
lo que yo calculé serían unos 50 cazas Messerschmitt 109 y
Focke-Wulf 190 s, y se nos venían encima, atacándonos de frente y
“Jesús”, qué susto ver
que al disparar ellos se prendían las ametralladoras
de sus alas, que parecían luces.
Mi reacción fue inmediata,
pues calculé nuestra velocidad y el ángulo de ataque superior de
ellos y apunte adelantándole como tres aviones
y apreté los dos gatillos y sentí el estruendo
de las dos ametralladoras calibre 0.50,
percibiendo de inmediato el olor a pólvora y ¡ZUM!,
pasaron como relámpago de inmediato
y se oyen los gritos en la radio de varios que decían:
“le di, le di, se va quemando”
y momentos después, sácatelas que empiezan a explotar las
andanadas de los cañones antiaéreos a nuestro alrededor.
Corté la calefacción de mi traje
por que ya estaba mojado de sudor por el susto y miedo,
luego vi al frente a uno de nuestros bombarderos que le tumbaron la cola
y se clavo en picada,
luego a mi derecha vi explotar otro de nuestros aviones en pleno vuelo,
se vio la lumbre de la explosión y luego humo negro
con fragmentos de los pedazos del avión y
mi corazón latía a 100 por hora,
a todo lo que daba por el miedo
y hasta sacudí la cabeza
y me dije
“contrólate”.
Jack Flauger que iba en la torre superior
llevaba el record de la pérdida de aviones,
por que podía ver los 360 grados
y ya pasando Hamburgo nos faltaban seis aviones
que habían sido derribados por el “Flak” y los cazas.
En eso se escucha el grito de Cliford el artillero de cola,
indicando que venían los cazas en ataque alto trasero
y se oyen nuevamente
y se ven las ametralladoras superiores y traseras
disparando y haciendo
vibrar todo el avión.
Yo veía el fuego saliendo de las ametralladoras
de la cola del avión que volaba delante de nosotros,
pasando las balas por delante de nosotros y
“Jesús”, que miedo,
sólo esperando a que pasaran por arriba de nosotros
para dispararles.
En eso sentí que la torre de Jack
ubicada arriba en la parte superior de nuestro avión,
que empezó a disparar y yo,
en esos instantes los alcanzo a ver,
pero ya en ascenso vertical y alcance
a dispararles unos 25 cartuchos.
En eso estaba cuando habla Frank, el navegante y dice
“I. P.” (Inicial point) ó punto inicial,
es una posición a 20 millas del objetivo
y de ahí toma posesión de los controles Jeff,
el bombardero poniendo el objetivo en su nueva mira electrónica
“Nordin” de precisión, con que recientemente habían sido equipados nuestros aviones
y que después me di cuenta que los alemanes,
les urgía conocerla, para contrarrestar sus destructivos efectos que les
estábamos asestando.
Los cañonazos estaban tupidos y al abrir el compartimiento de bombas,
vi otro avión adelante y a la izquierda,
donde un cañonazo alemán le pegó en el compartimiento de
bombas y explotó,
quedando humo negro y pedazos y fragmentos del avión que a la vez
le pegaron al avión que iba atrás de él y le arruinó dos motores
y tuvo que salirse de la formación.
Todo esto ocurría,
cuando estábamos ya sobre Berlín,
como lo menciono anteriormente y
la situación de haber errado el bombardeo del objetivo principal
que era la estación ferroviaria de esta ciudad,
nos obligaba a volver en circulo nuevamente sobre el objetivo,
que para nuestra causa era estratégico,
muy a nuestro pesar, disgusto y miedo de seguir
estando en la mira de las baterías antiaéreas y
de la aviación de caza enemiga.
Y como lo narro anteriormente, en eso ¡ZAZ!......
Un cohete o cañonazo, nos explotó entre el
motor tres y cuatro dañándolos;
se clavó el avión a la derecha y empezó a picarse,
o sea caer en barrena,
pero Hank, lo sacó de la picada,
y aún bajo estas apremiantes circunstancias,
Jeff logró dejar caer las bombas, para quitarnos peso,
aunque no cayeran en el objetivo,
que era la estación de trenes de Berlín, enseguida cerró el
compartimiento de bombas y a la vez Hank paró los motores tres y cuatro
y perfiló las hélices,
para que no presentaran resistencia al aire
y así nos nivelamos de 21,000
pies a los 18,000 pies de altura.
Tratamos de regresar a Inglaterra,
pero el avión a 18,000 pies de altura, con sólo dos
motores funcionando a 120 millas por hora,
todas las circunstancias en ese momento
nos indicaban que el avión no podría mantener la velocidad
y la altura requerida para poder escapar,
sin embargo, aún así, se logró ir bajando el avión
poco a poco hasta los 8,000 pies,
a ésa altura ya podíamos quitarnos las mascarillas del oxígeno,
a los 20 minutos, los motores uno y dos se estaban sobrecalentando,
en eso me habló Hank, “Alex y Jak, vengan a la cabina”
me salí de mi torre y pasé a un lado del bombardero
Jeff y al lado de Frank el navegante
y me metí casi en la franja roja, en eso llegó Jack y nos preguntó.
¿como ven las temperaturas,
podremos continuar hasta Inglaterra “o no”?
los dos coincidimos en que no se podía seguir volando así
por que iban a explotar los motores con ésa presión.
A hank le sugerimos bajara la potencia
del manifold de 38 pulgadas a 32,
para enfriar las cabezas y los cilindros
y bajar así las revoluciones de los motores de 2,400 a 2,000
abriendo los Cow Flaps
Hank tubo que preguntarle a Frank,
nuestro navegante,
que tan lejos estaba Suecia,
Frank, dijo como a 30 minutos y que
era la mejor opción,
así es que le digo a Hank,
toma 030 grados y así lo hizo y fue cuando
vimos el mar Báltico,
pero pasamos por sobre la Base Naval de submarinos de Kiel y
empezaron a tirarnos y enviaron aviones de caza contra nosotros.
En eso grita Cliford de la cola:
“Cazas a las 9 altos, FW 190”,
así que Jak y yo corrimos a nuestras torres,
inmediatamente giré mi torre a la izquierda,
pero no daba los 90 grados,
así que no pude disparar.
En eso dice Clifford: “vienen 4 ME 109s cazas por atrás a las 6”,
están tan cerca que inclusive les veo las caras a los pilotos,
en eso disparan y le pegan
al motor número uno
y el avión entró en barrena,
Hank lo controló y dijo:
“este avión no vuela con un sólo motor,
así es que brinquen en paracaídas”
y sonó el timbre de emergencia,
que cuando suena, dejas lo que estés haciendo y brincas.
Salí de mi torre y me encontré con Jeff y Frank,
que estaban abriendo la puerta de emergencia,
que vienen siendo las puertas de la rueda de la nariz
y volteamos a vernos y les grité “brinquen”,
Jeff salió primero, luego Frank e inmediatamente yo.
Nos habían instruido,
que no abriéramos el paracaídas muy alto,
por la falta de oxigeno, la baja temperatura
y que si lo abres alto eres además blanco fácil para todas las armas
de fuego, que hay en tierra.
Al salir del avión empecé a echar maromas
por los efectos del aire y extendí mis brazos y piernas
y con las manos aprendí a controlar mi cuerpo en el aire,
así es que adquirí una posición de semi-acostado
de 45 grados de ángulo y así vi el suelo, las casitas
y enseguida esas casitas se empezaron a hacer grandes
y vi a la gente en las calles y fue cuando dije:
“ya es tiempo de abrirlo y jalé el ripcord
y fueron sólo unos segundos,
pero no veía que saliera el paracaídas,
e iba a empezar a sacarlo
con las manos cuando se desenredó
y se fue el paracaídas inicial lejos jalando el
paracaídas principal
y ¿ZAZ! Un jaloncito fuerte y vi el paracaídas abierto.
Me alegré de ver que estaba vivo
y con esperanzas de caer sin problemas.
Se oye el ruido o zumbido del aire
y luego escuche ¡PAC!, ¡PAC!,
volví la mirada al paracaídas
y vi los agujeros que habían dejado las balas en el mismo,
si el ruido, que escuchaba,
eran los impactos de las balas
y dije: “me están disparando desde abajo”,
recordé las instrucciones,
de cuando esto llegara a suceder,
principiar a columpiar el paracaídas,
de lado a lado, para que sea más difícil que le peguen a uno un tiro.
Vi la tierra de nuevo
e iba a caer sobre un bosque,
así que para no quedar como paleta ensartado,
principié a jalar las cuerdas del paracaídas,
primero a la derecha y luego a la izquierda
y así logré zigzaguear,
para que no me pegaran.
Luego vi un río angosto a lado del bosque
y un llano más allá,
así que jalé las cuerdas de tal manera que me deslizara hacia el llano
y luego tuve que detener el columpeo para caer vertical
y apenas alcancé a pasar los árboles, el río y caí
en un sembrado de trigo y me enterré hasta las espinillas.
Inmediatamente salí a un terreno llano bastante fuerte,
pues es como si uno brincara desde un segundo piso.
Inmediatamente junté mi paracaídas en una bola, lo escondí
bajo unos matorrales, saqué mi brújula y la pistola 0.45 cortándole cartucho.
Era el domingo 18 de junio de 1944 a las 11.00 a. m. (9.00)
cuando estaba ya en territorio alemán.
Viendo mi brújula y reloj y recordé que al venir cayendo,
vi que al lado poniente del río Elba,
había un arroyo paralelo,
así que me encaminé hacia el norte,
para dar con el mar Báltico,
para tratar de robarme una lancha e irme a Suecia.
Me encontré con el arroyo de
unos dos metros de profundidad
y pensé que sería más seguro,
correr dentro de él,
por que así no te vez al ras de la tierra,
me quité las botas de piel de borrega y las sandalias eléctricas
y me puse los zapatos altos que traía amarrados al paracaídas,
para iniciar mi caminata por el arroyo
y empecé a correr para salirme lo más pronto posible del área
donde caí en el paracaídas.
Iba corriendo,
cuando escuché una voz fuerte que gritó “HALT”
y levanté la vista y era un agricultor alemán,
como un menonita, con su pantalón de pechera y tirantes,
con un “trinche” para la paja,
que me lo estaba aventando, así es que levanté la .45
y le disparé un balazo en el corazón
y cayó muerto inmediatamente a mis pies.
Me arranque corriendo otra vez,
por que no sabía si el hombre este traía compañeros,
llegué por el arroyo a un puente alto de madera atravesada
y allí me escondí lo más pegado posible a la base de la pared,
del puente, oía los pasos de la gente
que pasaba por el puente, por 10 minutos
esperé sin escuchar nada de voces,
luego empezaron a acercarse soldados buscándome y
oía los gritos de la gente y ladridos de perros,
el corazón se me salía del susto y le pedía
a Dios “Señor, hazme invisible,
que no me vean”,
recordé, que nos informaron en G-2 (inteligencia Inglesa)
que si te encontraban con arma te podían matar y decir
que trate de defenderme,
así es que escondí mi pistola bajo unas yerbas a que no se notara,
de rato escuché los pasos de varios hombres detrás de mí,
estaba en ése momento yo en cuclillas agachado
cuando sentí un piquete fuerte en el trasero
y vi a los soldados apuntándome con sus rifles
y el sargento me gritó ¡ RAUS MITT YOU!
y me hizo señas para que saliera,
fué cuando me di cuenta
de que me había picado con la bayoneta de su rifle.
Lo bueno es que yo había ya escondido la pistola y la funda,
precisamente antes de que me capturaran.
Pensé
“si son dos o tres,
me la juego,
pero si son más..... me rindo”
Desde abajo del puente,
se veían muchas botas negras
y cuando salí,
vi que eran unos ocho o diez,
más, que los cartuchos que traía en mi pistola,
así es que levanté las manos en alto
y salí y luego me revisaron todo el cuerpo,
buscando alguna arma.
Eran seis soldados del ejercito
y dos de la GESTAPO con sus uniformes negros estos últimos
y el sargento uno de los más altos me preguntó gritando:
“Du bist Amerikanish or inglandish”,
“Américan”, le contesté;
que tal si le contesto que era mexicano,
en que lío me hubiera metido.
“Du bist deparachuten”
me tiró una cachetada la cual evadí
y me tiró otras dos más,
las cuáles también evadí
¿donde está el paracaídas?
Y le empecé a señalar donde,
pero luego me acordé del muertito del arroyo
y le señalé más a la izquierda
y gritó e indicó con la mano que caminara
y “marchen”
y a marchar, señor, todos con sus rifles y bayonetas caladas,
íbamos otra vez a donde
había matado al agricultor,
cuando vi que de ése rumbo
venía un grupo de hombres y
mujeres gritando con picos,
machetes y palos.
En eso llegan seis soldados y dos oficiales
de la fuerza aérea alemana en sus uniformes gris-azul
y el capitán y el teniente les dijeron
a los soldados, que ellos se hacían cargo de mí.”
(Esta es la Parte de la acción de guerra aérea; lo que posteriormente narra es su
experiencia como prisionero y finalmente su rescate).
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