jueves, 23 de abril de 2015

Cronista Confirma Origen de La Fuerza Aérea Mexicana en 1912 (Hace 103 Años-2015)






GÓMEZ PALACIO Y LERDO domingo 5 de ene 2014, 9:25am - nota 13 de 15


Gómez Palacio en la historia de la aviación militar mexicana


POR: MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO

El primer avión militar de México, en el campamento de Gómez Palacio. Al fondo, el Cerro de Las Calabazas.

CRÓNICA GOMEZPALATINA
Alberto Braniff, fue un joven mexicano que estudió aviación en Francia, convirtiéndose en el primer piloto nacional en volar un avión en nuestro país, cuando a bordo de un biplano Voisin, de fabricación gala, despegó el 8 de enero de 1910, en los llanos de Balbuena, obteniendo el récord mundial de despegue a la mayor altura en ese entonces, ya que la capital mexicana, se ubica a 2240 metros sobre el nivel del mar. Ese primer aparato llegó de Francia, vía Veracruz, desarmado y en varias cajas, por lo que fue trasladado por ferrocarril a la ciudad de México, escogiendo para su armado la hacienda de Balbuena, cercana a la estación, tomando en consideración que era propiedad de la familia Braniff y que reunía las condiciones apropiadas para el despegue y aterrizaje de un aparato de esa naturaleza. Ese vuelo fue el primero realizado en Latinoamérica.
Ese mismo año, en el mismo escenario, el piloto mexicano Rafael Lebrija, el 14 de mayo de 1910, realizó el primero de una serie de vuelos, para agregarse a una extensa lista de pilotos que en varias ciudades del país, empezaron a desarrollar los prototipos iniciales de la aviación en México, como el grupo de pilotos y mecánicos integrantes de la compañía Moisant International Aviation, entre los que se encontraban Roland Garros, Edmond Audemars y Rene Simón, quienes empleando aviones Blériot XI, efectuaron vuelos de exhibición en Monterrey, México y Veracruz, en los primeros meses de 1911.
El 30 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero González, se convirtió en el primer Jefe de Estado en realizar un vuelo en un avión Deperdussin, piloteado por George Dyott, en un viaje que duró escasos 12 minutos, sobre los campos de Balbuena, de lo cual se derivó la compra de aviones a la citada compañía francesa, que fueron utilizados por vez primera en América con fines militares, siendo comandante de la División del Norte, el general Victoriano Huerta, con la intención de que se utilizaran durante la campaña contra Pascual Orozco en el norte del país.
Los dos primeros aeroplanos, llegaron por ferrocarril a Torreón, Coahuila -para ser posteriormente trasladados a Gómez Palacio, Durango- a finales de julio de 1912. Sus tripulantes eran los aviadores: El norteamericano, de origen cherokee, John Héctor Worden, y el mexicano Francisco Álvarez. Ambos tripulantes fueron oficialmente los primeros pilotos militares de México, al ser invitados por el gobierno maderista a incorporarse a las armas nacionales para volar en misiones de reconocimiento y bombardeo. Su misión era la de realizar vuelos de observación para conocer la ubicación de las tropas orozquistas y poder ofrecer información precisa a los soldados federales en tierra.
Los despegues de práctica se realizaron en las primeras horas de la mañana del día 1º de agosto de 1912, en los campos deportivos que se encontraban a un costado de la vía férrea, a la altura del kilómetro 11-40, donde ahora se encuentra el estadio de beisbol de Gómez Palacio. El avión de Francisco Álvarez, aunque logró elevarse y recorrer dos kilómetros, al intentar aterrizar se salió de su trayectoria, sufriendo algunos daños. El otro tuvo muy escasa operación por la baja potencia de su motor. El acontecimiento de los aviones causó una gran expectación entre la población local, por ser la primera vez en su vida que podían apreciar naves en vuelo, cosa nunca imaginada en nuestra región.
Después de las fallas en el inicio de las operaciones, los vuelos continuaron y el domingo 4 de agosto, los pilotos Héctor Worden y Francisco Álvarez, empezaron las pruebas para los vuelos de exploración de las áreas donde operaban las fuerzas rebeldes, motivo por el cual habían sido contratados. Álvarez, no tuvo mucha suerte ya que chocó contra los cables del tranvía, cayendo su avión a tierra, saliendo ileso y sin sufrir daños mayores su nave. Un representante del Presidente de la República, de apellido Vázquez Shafino se mostró muy satisfecho por el primer período de pruebas realizado en Gómez Palacio.
El Museo Nacional de la Aviación y el Espacio, la Ciencia y la Tecnología, A. C., y el investigador lagunero Víctor García, han estado buscando que la región Lagunera sea reconocida como cuna de la aviación militar mexicana, tomando en consideración que existen argumentos sólidos y testimonios gráficos, para demostrar que el primer uso de la aviación con fines militares se dio en nuestra Comarca, manifestando lo que anteriormente hemos expuesto al principio de esta crónica y basados en lo manifestado en el Diario Oficial de los Estados Unidos Mexicanos, de fecha miércoles 15 de mayo de 1912, el H. Congreso de la Unión, que en el Artículo segundo facultó al presidente Francisco I. Madero González para introducir en la Ley Orgánica del Ejército Nacional las reformas que estimara convenientes a efecto de modificar satisfactoriamente la organización de las unidades tácticas, citando entre ellas la exploración militar terrestre y aérea, de lo cual se deriva la adquisición de los dos aviones con fines militares que iniciaron sus operaciones el 1º de agosto de 1912 en Gómez Palacio, por lo que se han dirigido a las altas autoridades del ramo, para que se reconozca esa fecha como el inicio de la aviación militar mexicana, y a don Francisco I. Madero como su iniciador; aunque oficialmente, el 5 de febrero de 1915, es la fecha reconocida en que el presidente Venustiano Carranza Garza, decretara en Faros, Veracruz, la creación del arma de Aviación Militar dentro del Ejército Constitucionalista.
Los laguneros debemos sentirnos orgullosos del hecho sucedido en nuestra tierra y seguir apoyando esta iniciativa del Museo Nacional de la Aviación y el Espacio, la Ciencia y la Tecnología, A. C., que no busca otra cosa, que rescatar una verdad histórica, que resalte nuestra identidad de pueblos de grandeza.


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